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[OPINIÓN] Los nueve mandamientos... Por Carlos Martín Pol

Carlos Martín Pol en comparsa El Mercader. Foto: Fco. J. Guillén

Después de treinta años de Carnavales, no sé cuántas comparsas, pregones, una chirigota, premios, insignias, regalos y un largo etc... La mañana de este 16 de febrero pasado, tenía en la mente sólo una cosa. Esa era la de cumplir los nueve mandamientos que, como buen hijo del Dios Momo, tenía que cumplir.

Todo empezó con un buen desayuno en el “Cajita”, acompañado de algunos componentes de nuestra comparsa y de mi hijo Pedro, quien tiraba de mi como si se fuera a acabar el día. Después, recogí a Manolo “del Rayos X”, para llevarlo hasta el Teatro Oriente. Más tarde, estaba ya en el local rodeado de buena gente, y con los nervios del primer día de disfraz y calle. Una vez, preparados, nuestra comparsa salió rumbo al Teatro, para colaborar en el Pregón de Carnaval 2020, junto a su Pregonera Belinda Ramos, que por cierto fue todo un honor y felicito a Belinda por el Pregón.

Hago un inciso: el carnaval es la máxima expresión de libertad de palabra. “¡Ay! De aquellos que lo olviden y se rasquen las vestiduras”

A continuación, y una vez acabado el Pregón, salimos en pasacalles junto a la Pregonera 2020, hacía “la tagarniná”. El recorrido fue algo accidentado, recuerdo que nos “metieron” por un camino de cabras, llamado antiguamente, calle Marchena. Obras, adoquines afilados, rampas con cacas de perro, teníamos que esquivar con precisión para no caernos, toda una quimera… En fin…

Pronto cumplimos con el primer mandamiento, la llegada al Bar Cuatro Vientos y después de ser atendidos estupendamente, nos dispusimos a cantar por primera vez. Recuerdo ver a una comparsa entregada totalmente en la presentación y desvanecer en el primer pasodoble, dedicado a Don Antonio Martín, “El caracabra”. Sus hijos estaban allí y casi no pudimos cantar de la emoción.

Recuerdo que partimos para cumplir el segundo mandamiento, volver a cantar, esta vez en el Bar Peli, donde se nos trató de una manera exquisita, tanto “El Peli”, su señora, como el público que nos escuchó con respeto y silencio.

Apresuradamente, partimos para cumplir el tercer mandamiento, volver a cantar, esta vez en el “Cal viva”. Un saludo, poca atención, ninguna, ni agua y a cantar en la puerta de la Iglesia de la Merced.

El cuarto mandamiento lo cumplimos en el antiguo Bar Leiva, recuerdo que se me hizo muy corto el repertorio del disfrute y satisfacción que la comparsa tenía. Pero no podíamos parar, de nuevo, rumbo esta vez, al Bar del Moral, para cumplir el quinto mandamiento. Lo mismo, público estupendo, respetuoso y la comparsa entregada en cuerpo y alma.

El sexto mandamiento, fue delante de la Hermandad de la Merced. Fuimos tratados estupendamente y con mucho respeto, cosa que, desde aquí, agradecemos. Y eso, incluso, con las letras tan “insolentes a la vista del Dios Cristiano” que soltamos por la boquita….

Última mirada hacia el Padre Manjón y satisfacción de ver lleno completo en la plaza. Partimos hacia nuestro destino callejón del pescao, para cumplir nuestro séptimo mandamiento: cantar en el Paco Cala, el callejón estaba abarrotado de gente y ambiente. Una vez cumplido, nos fuimos a nuestro templo sagrado, Peña EL SIGUERÍN, para cumplir nuestro octavo mandamiento, cantar en nuestra peña.

Resumiendo, lo que vi, fue, un día inolvidable, gente por todas partes, colorido, agrupaciones, muchas ganas de escuchar Carnaval. También vi a mi hijo de 12 años rendido, a mi Curro “Curraquita” y a mi Celia, nuestros pequeños cansados. A una comparsa, que el Dios Momo la tenga en su gloria bendita, porque no se puede cantar y entregarse más. Ocho repertorios, ocho mandamientos, vi emociones, lágrimas, abrazos… Inolvidable…

Sólo nos faltó cumplir el Noveno Mandamiento, que era mirar hacia el cielo, para ver qué tiempo hacía… Pero eso… sólo está destinado para los Elegidos.

Amén.